martes, 23 de agosto de 2011

Limones triunfa en su debut oficial con el Puertollano


En los momentos tensos, difíciles o de máxima incertidumbre no viene mal una medicina para tranquilizar los ánimos. Es lo que sucedió el domingo pasado en el Ciudad de Puertollano. Tras un largo verano, donde los nervios por la viabilidad del club se apoderaban de unos y otros, el fútbol quería poner la calma necesaria en una afición necesitada de grandes emociones en forma de espectáculo. La pretemporada no era el momento indicado, aunque más de uno creía ciegamente en las intenciones de Manolo Zúñiga y su equipo. Hoy, hasta los incrédulos reconocen que el buen fútbol también se ve en Puertollano por mucho que haya una pegatina que lo catalogue de Segunda B.

El partidazo que hizo el CD Puertollano frente al Lorca no deja de ser una declaración de intenciones. Y es que por un lado la plantilla dejó perfectamente plasmado sobre el césped el patrón de juego de esta temporada. Es más, tanto en el Cerrú como lejos de casa, el fútbol y su propuesta serán las mismas, es decir, que no por viajar fuera el equipo se va a encerrar atrás ni va a velar por el resultado. Por otro lado, la plantilla puso de una manera bastante obvia sus cartas encima de la mesa. Los jugadores están aquí para trabajar y así lo han reiterado en múltiples ocasiones. Ahora bien, es necesario que la grada responda y recompense ese esfuerzo a la plantilla. El mismo encargo va para los posibles candidatos a la presidencia: tienen ante sí la oportunidad perfecta para disfrutar desde el palco de un año que parece ser de ensueño.

Fútbol de toque
Allá por junio, cuando Manolo Zúñiga era presentado como entrenador del Puertollano, el tópico ‘fútbol de toque’ era lo que más se comentaba por la ciudad industrial con la llegada del entrenador de Luciana. Más de uno era reacio a creer en ese bulo, pero conforme han ido pasando los entrenamientos, la plantilla ha asimilado los conceptos del míster y ha encontrado la tecla perfecta para jugar al fútbol.

Ese fútbol en estado puro llegó a su culmen nada más iniciarse el partido. Y es que la posesión fue prácticamente del Puertollano y el balón viajó de bota en bota, de norte a sur y de este a oeste como si por arte de magia fuera. Una vez perdido el esférico, la consigna era bien clara: una gran presión para recuperar cuanto antes la pelota. Así fue. Y tanto fue así que la grada se rindió en el descanso con una sonora ovación, puesta en pie para aplaudir la seguridad por alto de Limones. La regularidad de Portela y Juanlu, la seguridad de Pelegrina y Raúl Aguilar, la sobriedad de Raúl Medina, el pulmón de Mario Ortiz, la polivalencia de Sergio Molina, la verticalidad y el atrevimiento de Fran Piera y Pizarraya y la entrega de Guerra así como el criterio de Checa, el espectáculo de Elton o el aguante de Antonio Moreno. En definitiva, un debut que tardará mucho tiempo en olvidar la hinchada azul.

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