martes, 13 de octubre de 2009

Royo García también ordenó retirar a los recogepelotas, esta vez, mediada la primera parte. El colegiado no concedió gol en un balón que entró


No ha tenido suerte el Daimiel CF con los dos colegiados de Albacete que le han pitado en los partidos disputados en el Estadio Municipal ante el Illescas y el Carranque, dos equipos toledanos. El primero de ellos, Collado López, estuvo fatalmente asistido en las bandas por Aldarán Sanz y Monasor Blesa. Pero pasó a los anales del fútbol daimieleño por ordenar que los recogepelotas abandonaran sus funciones y que fuera el delegado de campo el que surtiera del elemento fundamental del partido a los jugadores cada vez que el balón saliera por la banda o el fondo.

Pues bien, el árbitro del pasado domingo, Royo García, estuvo bien asistido en las bandas por Bairez Sierra y mal por Pérez León, pero el principal estuvo rematadamente mal. Y estuvo mal porque influyó en el resultado final. El gran error de bulto se produjo en el minuto 18 de partido, cuando Noel remató limpiamente con la cabeza un balón que se coló por toda la escuadra, pegó en el hierro que sustenta la red, botó hacia arriba para dar en el larguero y se marchó fuera.
Se cantó gol en el terreno de juego y en la grada. Los jugadores del Carranque se miraron entre ellos y al guardameta, Royo García miró a su asistente, Pérez León, que se hizo el sueco cuando es él el que mejor perspectiva debería haber tenido porque el remate es a la salida de un córner y su posición debe ser la línea de gol (último defensor) pero nada. Fue el primero de bastantes despropósitos que desquiciaron a la parroquia local y al entrenador, Kiko Peña. Tanto al final de la primera parte, como del partido, se llevó una bronca monumental, al igual que las protestas de un Kiko Peña visiblemente enfadado con la labor general del trencilla.
El manido criterio arbitral
Mediado el primer tiempo, cuando el Daimiel ya ganaba por 1-0, los recogepelotas desaparecieron, literalmente, de su sitio. Los aficionados de Carranque, lógicamente, comenzaron a protestar así que nos pusimos en contacto con el Delegado para que nos certificara si había sido una estrategia del Daimiel para perder tiempo. “que va –nos dijo-. Lo mismo que el otro día. El árbitro me ha dicho que quitemos a los recogepelotas y que yo le de los balones”. Ante el asombro general, así discurrió el resto del partido. Los de Carranque no dana crédito.
¿Por qué razón Collado López y Royo García, dos colegiados de Albacete, han tomado la misma inusual decisión? Quizá los equivocados seamos todos los que pensamos que un campo como el de Daimiel, con una pista de atletismo circundante, una sola grada en toda la instalación, totalmente apartada del terreno de juego, y sin posible acceso de nadie al terreno de juego, a lo mejor somos nosotros, digo, los que nos equivocamos al pensar que son necesarios los recogepelotas para:
A) No perder tiempo, o perder el menos posible.
B) Que los jugadores no pierdan el ritmo ni los espectadores se desesperen con las continuas esperas.

Así que fuimos a preguntar al ex colegiado daimieleño Pedro Moya Loro y actual Delegado Provincial de Árbitros que se encontraba en la grada realizando el preceptivo informe del Colegiado de turno, como suele hacer. Le preguntamos si había alguna circular al respecto y lo que nos contestó es que no “que retirar a los recogepelotas es a criterio del árbitro”.

El manido criterio arbitral que vale para un roto que para un descosido. Es verdad que si luego descuenta lo que se considera normal, y que en el caso del Estadio suele debería ser bastante si se quitan a los recogepelotas, pues no pasaría nada. Pero es que descontó dos minutos en el primer tiempo, algo lógico, y sólo tres minutos en la segunda parte. Teniendo en cuenta que se hicieron cinco cambios, se antoja poco.
Muy tarjetero con los locales
Con ser sorprendente lo de retirar los recogepelotas, insisto que nadie lo entiende, y aparte del gol que no vio, no pudo ver o no quiso ver, está lo de las faltas y tarjetas. Noel vio cartulina en la primera acción en la que intervino. A los diez minutos, y no pareció nada punible. Aún nos explicamos como Goyo, el lateral izquierdo del Carranque, pudo acabar el partido con las faltas que le hizo a Rubén. O como señaló innumerables faltitas en el centro del campo en contra del Daimiel. O el “criterio arbitral” al sacar tarjetas a unos y a otros. Fue absolutamente desquiciante.

La afición de Daimiel está muy acostumbrada, por no decir harta, de arbitrajes tremendamente injustos y que se achacan a la facilidad con la que se pita en el Estadio de Daimiel, donde se pita sin presión alguna, sin nadie en la banda que te ponga la cabeza “loca”, donde los gritos de protesta suenan lejos, y donde ser valiente es fácil. No se pide que regalen nada al Daimiel, ni el Daimiel va a hacer escrito alguno de protesta como han amenazado hacer otros equipos como el Hellín. Pero ya es casualidad que desde que se produjo esa amenaza, en Hellín ya no se protestan los arbitrajes. El Daimiel puede dar fe de ello porque precisamente fue el primer equipo que pasó por el Santa Ana después de la amenaza.

En fin, lo hemos dicho muchas veces y está cada vez más claro que los árbitros vienen a Daimiel a lucirse. Al menos los dos últimos arbitrajes han sido de pena y han perjudicado los intereses del equipo local. Fue sintomático la ovación con que fue despedido el equipo tanto en el descanso como al final del partido por una afición entregada que reconoció el esfuerzo y gran partido realizado por los de Kiko Peña. Y despidió a Royo García con una sonora bronca por su injusto y parcial arbitraje con que deparó a los aficionados.

Un ruego, que es el de siempre, que ni quiten, ni den, que demuestren que son de Tercera división y se apliquen.

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