martes, 14 de enero de 2014

Excesiva goleada del Cartagena ante el Lucena


No se puede hablar de fútbol cuando se perdona, cuando un equipo resulta goleado y cuando se firma una actuación que presenta lagunas en defensa —sobre todo en la marca— y una alarmante falta de gol en ataque, pese a disponer de ocasiones, sobre todo en el primer acto. Lo de ayer fue un misterio. El Lucena fue un equipo con fútbol, pero sin gol; con hechuras, pero sin la paciencia para manipularlas. Perdió, pero no mereció tanto castigo. Fue justa la derrota viendo las estadísticas. Tres llegadas claras de los de casa y tres goles. Más de los de Falete, y todas erradas.

Porque la inocencia ofensiva, la falta de pegada, la tibieza en la punta fueron el ADN de un equipo celeste que tuvo contra las cuerdas al Cartagena, pese a lo que muestren las fichas finales. Porque el partido que, al menos en el primer acto, realizó el equipo de Falete fue brillante, con control, con posesión, pero sin gol, el alma que sostiene cualquier dibujo. Y es que el Lucena, pese a encajar al cuarto de hora, tuvo sus opciones para que el guión del duelo fuese bien distinto.

Porque tuvo oportunidades, llegadas de peligro para desequilibrar y erró en lo fundamental, donde hace crecer enteros un equipo o encogerse. Y ayer, jugaron haciéndose pequeños cada vez que se asomaban a la meta de Limones, brillante en su papel. 

Ismael, a los trece minutos comenzó avisando. Su remate, tras pase de Javi Salero, se fue alto cuando lo más sencillo era que fuera entre palos. Su protagonismo aumentó dos minutos después. Empujó a Antoñito cuando éste iba a rematar en la jugada que supuso el penalti del primer gol para los caseros. Megías se encargó de materializarlo dando una ventaja a los de Tevenet que les habilitaba a sostenerse en el partido con los nervios justos para pensar en su suma y sigue particular.
Con la tranquilidad del marcador, el Cartagena quiso mantener el ritmo sin perderse en probaturas. Por eso el Lucena se fue arriba cuanto antes, sin perder tiempo, con la suficiencia del que llega… pero sin pegada, con la dinamita mojada. En el ecuador del primer acto fue cuando el equipo de Falete comenzó a sentirse aseado en el centro del campo, cuando comenzaron a llegar con mucho peligro a la meta de Limones para hacerle grande con sus intervenciones.

Limones, grande

Porque Javi Gómez, en el 27, o Coco, un par de minutos después, tuvieron en sus botas las tablas, pero Limones se encargó de sostener su solvencia. Diez minutos después Javi Salero, de nuevo, disparó al muñeco en una contra en la que hizo lo complicado, fallar. Antoñito, en el descuento, hacía el segundo de volea tras una jugada de Menudo desde la izquierda. 

Crecido por su juego y con una dosis de confianza en sus posibilidades, el Lucena continuó si salirse de su pauta en la reanudación. Se hizo, desde el inicio, con el balón tratando de imponer un ritmo que le acercara al portal local. Se adueñaron del partido, pero sin llegar a Limones. Era estéril su control. Y encima, los de Tevenet, a la primera clara, sentenciaron. La diferencia de pegada, de definición, fue clave. Mariano, de cabeza, tras un saque de esquina lanzado por Riau, firmó el tercero, que dejaba el partido finiquitado a falta de poco más de media hora. Pero los andaluces no se vinieron abajo. No perdieron su lección de un paso que, equivocado, en ataque, era más que discreto en el resto. No hubo mucho más que contar. Los lucentinos jugaron sin brújula y con los cambios dando nulos frutos.

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