martes, 29 de septiembre de 2009

Collado López ordenó retirar a los recogepelotas en el descanso del Daimiel-Illescas. Análisis


Es la primera vez en este blog que voy a escribir extensamente del árbitro de un partido. Lo podría hacer del trío completo, porque tuvieron detalles más que suficientes como para mandarles a la nevera. No voy a escribir acerca de cómo perdonó la segunda cartulina amarilla, y por ende la roja, al lateral illescano Álex. Todo el mundo lo vio. Incomprensible que deje seguir por ley de la ventaja, y, cuando Álex le entra más duramente que su compañero anterior Roberto, el árbitro, Collado López, de Albacete, para más señas, señale la primera falta y saque tarjeta a Roberto y no la segunda falta de Álex.

Tampoco voy a escribir del despiste monumental del primer asistente, Aldarán Sanz, con pinta de ser bastante joven. Es que no veía ni un fuera de banda. Muy protestado este asistente por jugadas de auténtico clamor que tuvo que señalar el principal.

Y mucho menos voy a escribir del segundo asistente, Monasor Blesa, que tuvo que salir al terreno de juego con una especie de muelle asido a la axila para señalar diversos fuera de juego que rayaban la legalidad. Gran vista, oiga. A lo mejor no influyó en el resultado, pero a lo peor sí porque un equipo como el Illescas, que juega con la defensa muy adelantada, ¿no se sentirá más cómodo con ese tipo de táctica si tiene por aliado a un línea que le reafirma en esa actitud, aún cuando la posición del atacante sea dudosísima?

Sin recogepelotas en la segunda parte
No voy a escribir de eso ¿o lo he hecho ya?, sino de la ridícula decisión de Collado López de ordenar al Delegado de Campo del Daimiel CF, máxima autoridad sobre el terreno de juego, después del trío arbitral, de ordenar, digo, la retirada de todos los recogepelotas que circundan el Estadio Municipal y cuyo objetivo, como todo el mundo sabe, es perder el mínimo tiempo posible en la recuperación del balón y la continuidad del juego. Es algo que hasta la International Board y la FIFA recomiendan. No ya ir a por el balón que sale, sino tener preparado uno para no tener que ir a por el anterior.

Lo sorprendente del caso son las formas y maneras de decírselo al Delegado de Campo que solo son entendibles desde la prepotencia de un colectivo, en la práctica intocable. La conversación se produjo más o menos así:

Árbitro: "Haga usted el favor de indicar a los recogepelotas que salgan del terreno de juego. Detrás de las porterías no puede haber nadie y en las bandas tampoco".

Delegado: (pongamos que con cara de incredulidad) "¿Y eso? ¿Es que no ve usted que aquí hay una pista de atletismo y se pierde mucho tiempo? Además, ¿qué van a hacer los chiquetes si no generan peligro?"

Árbitro: "Si fuérais ganando (el Daimiel se metía en el descanso con 0-1 en el marcador) ya los habíais quitado de enmedio, así que dígales que se quiten de ahí".

Delegado: "Pero hombre que se pierde mucho tiempo, que tienen que ir los jugadores casi a 20 metros para coger el balón".

Árbitro: "No pasa nada. Ya le diré yo que eche usted un balón cuando considere que se va muy largo".
Delegado: "Vale, pero no tenemos 30 balones. Tendrá alguien que recoger los balones que salgan por allí enfrente" (zona donde no hay grada, ni público, ni nadie).
Árbitro: "Ése no es mi problema. Le diogo que no puede haber nadie alrededor del campo. Nadie".

Delegado: "Nada, lo que usted diga. A mandar".

Por supuesto que esta conversación no es literal, pero supongo que se aproximará muy mucho a lo que sucedió en el tunel de vestuarios al final de la primera parte.

Si no conocen el Estadio de Daimiel, quizá sea difícil entender el cabreo de los jugadores, técnicos y Delegado locales ante la situación. Y menos comprenderán la incredulidad y desazón de los aficionados de la grada que veían el tiempo que se perdía cada vez que la pelota salía fuera y se decían "¿pero donde están los recogepelotas?". ¿Es lógica la decisión de Collado López? Entendemos que no, máxime cuando uno no tiene noticias de que esto haya pasado antes en Daimiel, y menos por lo de "Si fueseis ganando...".
Imagínense que el terreno de juego de Daimiel está rodeado por una pista de Atletismo de ocho calles. Pero es que cuando acaba la pista, si es en un lateral, aún hay una zona de "pelouse" y luego ya el cerramiento de la Instalación Deportiva. Estamos hablando de unos 25 metros, quizá más, desde la banda hasta el cerramiento para ir a por el balón... Y por supuesto otros 25 de vuelta con el balón en la mano.
No quiero hacer los cálculos de cuándo el balón sale por la línea de fondo. Ajusten los metros. Evidentemente el portero visitante, al no haber recogepelotas, hábil él, se iba hacia el fondo a por la pelota, por lo que el señor Collado López no le podía pedir un balón al Delegado porque no había portero en la meta del Illescas. Picaresca, veteranía... llámenlo como quieran.

Tres minutos escasos de descuento
No se trata de decir que el Daimiel empató por esa circunstancia, pero son detalles que muestran en las "tontás" que están algunos árbitros, no podemos meter a todos en el mismo saco. Pensábamos que, visto lo visto, el descuento iba a ser importante por las pérdidas habidas de tiempo. Pues tres minutos escasos. Hubo cinco cambios, lesión de Yuste... y lo de los balones. No estaría de más que alguien le hiciera ver a este hombre que no es lo mismo jugar en la caja de cerillas de, por ejemplo, Quintanar del Rey, que en un Estadio como el de Daimiel. Aunque de sobra, muy de sobra, lo sabe él.

El daimieleño Pedro Moya Loro, es el Delegado de los árbitros en la provincia de Ciudad Real. Suele ir a todos los partidos que se juegan en Daimiel (y la verdad uno no sabe si perjudica o beneficia al equipo local, sea el que sea, por aquello de que el colegiado de turno trata de "lucirse") pero no estaría de más que comunicara lo sucedido a sus superiores porque si esto va a ser norma, mucho nos tememos que vamos a tener que llevar a partir de ya dos cronómetros, el del tiempo real y el del tiempo de juego efectivo. Mucho me temo que la comparación entre un cronómetro y otro sería, simplemente, escandalosa.

Por último, y para desengrasar, habrá que convenir que, a lo mejor, lo que trataba de evitar Collado López era que los recogepelotas marcaran algún gol o influyeran en el marcador. No digo ninguna tontería, y menos por el nivel que exhibió el trío del pasado domingo. Y si no vean lo que pasó en un partido de la Liga Brasileña. Casi ná.


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