Las declaraciones realizadas por el entrenador del Hellín, Juan Arsenal, no han dejado indiferentes a nadie de los aficionados del Daimiel CF y más todavía a los presentes en el partido Daimiel-Hellín. Las declaraciones de este entrenador, que fue expulsado en el minuto 41 de partido, faltan a la verdad cuando dice que el partido se desarrolló en medio de un ambiente hostil, que le amenazó un directivo, que no le dejaron estar en la grada y que tuvo que intervenir la Guardia Civil. Sólo en una cosa lleva razón Juan Arsenal, y es en que tuvo que intervenir la Guardia Civil... para llevárselo de la grada ante su actitud provocadora.
Estas declaraciones no son más que echar balones fuera de un entrenador que vio como el nobel e inexperto Daimiel, colista de la tabla, le puso las peras al cuarto y mereció con creces hacerse con los tres puntos, porque del partido, no habla Arsenal. Son declaraciones a la defensiva porque hoy sabe Arsenal que el Comité de Competición le va a sancionar de forma importante, si se aplican las normas, tras la lectura del acta del partido que, ya aviso, no tiene desperdicio.
La película de la provocación
Arsenal fue expulsado por Martín Serrano, que realizó un arbitraje impecable, en el minuto 41. El técnico hellinero fue advertido anteriormente, y a la segunda se tuvo que ir a la calle. es evidente que algo tuvo que decir, pero para los espectadores es imposible saberlo porque los banquillos están situados enfrente de la tribuna. Según el delegado de campo, el árbitro le avisó en un par de ocasiones hasta que en la última la protesta subió de tono.
Los últimos cuatro minutos de ese primer tiempo, Arsenal vio el partido en la grada, en la zona donde defendía su equipo y dónde menos público había y no tuvo problema para seguir dirigiendo a su equipo a voces.
Lo verdaderamente grave sucedió en la segunda parte. Arsenal se situó en la grada, otra vez donde defendía su equipo, por lo que ahora sí que se encontraba donde más público había. Pero Arsenal se situó de pie, al lado de la valla, para dirigir a sus jugadores. Y aquí fue donde comenzaron los problemas, ya que, si conocen la configuración del Nuestra Señora del Carmen, ponerse de pie en ese sitio, dificulta la visión de los espectadores que están sentados. Dio la casualidad de que un espectador acudió con sus hijos pequeños y le dijo, con buenas palabras que por favor que se sentara porque los críos no veían. Pero en ningún momento se le dijo que abandonara la grada, sólo que se sentara.
Pero Arsenal ni miraba a los espectadores, ni hacía caso. Simplemente rumiaba algún comentario y su actitud iba siendo cada vez más provocativa, más bien chulesca, porque no desistía de su actitud, alimentada también por la presencia del sancionado Iván Luengo. La Guardia Civil se acercó para pedirle que se sentara, lo mismo que dos directivos y varios aficionados. Siempre dentro del respeto que nunca cumplió Arsenal por su actitud arrogante.
Lo que colmó el vaso de la paciencia de los espectadores y del propio árbitro, que ya estaba viendo el remolino en la grada, fue que una de las acciones en las que el Daimiel pudo empatar el partido, Arsenal, ni corto ni perezoso, saltó la valla y se acercó al césped para dar instrucciones a un jugador. Esto lo vio el asistente de la banda que "por el pinganillo" avisó a Martín Serrano. El colegiado, como el entrenador estaba expulsado y fuera de los aledaños del terreno de juego (que es lo que marca el reglamento), se dirigió al Delegado de Campo, que se encuentra situado justo enfrente de donde transcurrían los hechos, para indicarle que Arsenal se marchara de la grada y se situara en la zona de vestuarios, que se encontraba perfectamente acotada con unas vallas.
El delegado se acercó al entrenador, que seguía porfiando con el directivo en cuestión y los aficionados, y como no se marchaba entonces intervino definitivamente la Guardia Civil que se llevó a Arsenal a la zona de los vestuarios, detrás de la portería, donde ya nadie se metió con él y el entrenador dejó de provocar.
El acta lo ha recogido
A Arsenal le va a caer una buena sanción, o al menos eso es lo más probable una vez leída el acta de Martín Serrano en el que, textualmente, se dice que "Arsenal pudo provocar un altercado público" y donde también se señala que el entrenador "saltó al césped a dirigir a sus jugadores cuando estaba expulsado".
No queda ahí la cosa, porque al final del partido, el entrenador del Hellín se volvió a encarar con el árbitro de la contienda cuando éste abandonaba el terreno de juego. Por todo ello, incluso el delegado del Hellín solicitó al colegiado que suavizara la redacción del acta, algo que el árbitro dijo que él pondría lo que había visto.
Ahora es normal que en Hellín se hable de que las provocaciones fueran del público daimieleño pero yo aseguro que si a un entrenador se le ocurre hacer lo que hizo Arsenal en otros campos, a buen seguro que los aficionados no hubieran tenido el respeto y la educación que se tuvo con una persona que hacía lo que hacía a sabiendas de que estaba crispando al personal. Por su actitud de ni siquiera atender al requerimiento de sentarse, ni mirar a la persona que se lo pedía.
Martín Serrano estuvo en todo momento en su sitio e incluso en la jugada del segundo gol hellinero concedió falta cuando dejó la ley de la ventaja y cuando el delantero del Hellín ya no llegaba al balón, entonces fue cuando pitó la falta que daba origen al gol, pese a las protestas locales (porque aplicó la ventaja, para luego rectificar, aunque el árbitro llevaba razón).
Tampoco hay que darle más vueltas a la actitud de un entrenador que no supo reconocer los méritos del Daimiel, la enorme actuación de Galisteo y que, sobretodo, sale a casi tarjeta por partido. Esa sí que es la cruda realidad.
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