martes, 2 de marzo de 2010

PASE LO QUE PASE, EL DAIMIEL YA HA TRIUNFADO


La situación que se está viviendo en torno al Daimiel CF es de auténtica incredulidad. Nadie en su sano juicio daba un duro por el Daimiel CF cuando en aquella Asamblea de socios celebrada el 28 de diciembre de 2009, día de los Inocentes, Francisco Pinilla y un puñado de enamorados del equipo de su pueblo, decidían liarse la manta a la cabeza y tratar por todos los medios que el Club no desapareciese y llegara a final de temporada. La permanencia en la categoría sonaba a quimera, a guasa, si lo prefieren, porque la reestructuración en la plantilla iba a ser brutal.

De equipo que estaba en todas las quinielas para jugar la Fase de Ascenso a Segunda B, se pasaba a apostar en cual jornada el Daimiel dejaría de aparecer a sus compromisos por esos campos de Castilla-La Mancha de Tercera División. Sin embargo algo ha pasado en el seno del club daimieleño. Desde la directiva, entusiasta pero humilde, hasta la afición, pasando por jugadores y entrenador.

Nunca sabremos el daño que se haya podido generar por no haber atajado desde el principio, el 30 de noviembre, el cese-dimisión-acuerdo con Kiko Peña, anterior entrenador. Se perdió más de un mes en disquisiciones hasta que el propio Villar anunciaba que se iba, sin el tema del entrenador solucionado. Fueron cuatro partidos en los que se consiguieron cuatro puntos, pero donde se perdió un tiempo maravilloso, (con una semana de descanso en el puente de la Constitución y otra en Navidad) para conformar una plantilla y aglutinar una serie de jugadores que estuvieran dispuestos a defender a un Daimiel moribundo.

La plantilla se configura
Con Rimun ya por fin a los mandos, empezaron a llegar jugadores que muchos se resistían, (nos resistíamos) a llamarlos refuerzos. Eran, simplemente, futbolistas que venían a completar una plantilla diezmada, que perdía jugadores ante la incertidumbre económica y las rebajas sobre las rebajas. Jugadores desconocidos para el gran público que llegaban de Regional Preferente, de la Ordinaria, del Juvenil de la temporada pasada, de estar sin equipo, inactivos durante meses… carne de cañón. ¿Qué entrenador estaría dispuesto a asumir esa plantilla en Tercera División?
Pues Rimun no sólo estaba dispuesto, sino que fue él el encargado de llamar a unos y a otros, de convencer a jugadores menospreciados con anterioridad, de que retornasen a un campo de fútbol. Siempre lo tuvo claro, recuperar al máximo de jugadores de Daimiel. Y no ha fichado más jugadores del pueblo, porque no ha podido. Lo que quería era tener un número de jugadores suficiente y comprometido, con el que poder trabajar y que económicamente no supusiera una losa.

Por su parte la Junta Gestora siempre tuvo claro que el objetivo era cumplir lo prometido, con muchos sacrificios, y que el equipo no desapareciera. Jamás presionó a nadie para obtener un resultado. Estos pasaron a ser secundarios y todo se centró en el afán único de supervivencia. Así, y haciendo caso a las teorías más darwinistas, el Daimiel buscó un hábitat mucho más adaptado a sus circunstancias, donde se hiciera más fuerte, y se trasladó al Nuestra Señora del Carmen. El público, la afición, agradeció el cambio y todo comenzó a cambiar.

La tranquilidad se instaló en un club demasiado convulso siempre a las órdenes de Villar. La palabra presión se borró del vocabulario de una plantilla que tenía que vivir diariamente con esa cruz. La comunión de la afición con los jugadores, que ahora sí se reconoce en este equipo, empezó a surgir con la épica victoria ante el Marchamalo. Los resultados llegaban y la entrega era firme. La ilusión ha vuelto y con ella todo es posible. El Daimiel ya no salía tanto en los medios para noticias desagradables de todo tipo. El tono era distinto, e incluso ya hay quien se atreve a vaticinar ciertas posibilidades de salvación.

El Daimiel ya ha triunfado
Hay datos que hablan por sí solos de la situación por la que atraviesa el equipo. Kiko Peña consiguió 12 puntos en 15 partidos. Con Calahorra-Rimun, el Daimiel ha sumado 13 puntos en 11 partidos con un nivel de calidad en la plantilla muy inferior al que dispuso Peña. Es verdad que Peña dejó al Daimiel colista en solitario a cinco puntos de la salvación. El Daimiel sigue siendo colista, pero ahora compartido, y también a cinco puntos de la salvación, pero con la salvedad de que ha jugado un partido menos que algunos de sus rivales, el que se suspendió en el descanso frente al Torrijos, con 0-0 en el marcador.

El hecho de que los entrenadores de dos directos rivales, Eduardo Escolar, entrenador del Gimnástico de Alcázar, próximo rival, y Jaime López Sendino, del Socuéllamos, estuvieran en Carranque viendo el partido de los daimieleños dice mucho de que este Daimiel está empezando a ser respetado, pese a ser el farolillo rojo de la tabla. A un rival denostado, no se le va a estudiar.
Pero no hay ni que sacar pecho por haber conseguido la primera de las victorias fuera de casa, ni venirse abajo por las derrotas que, en buena lógica, tendrán que llegar. Ni siquiera especular con los puntos que hacen falta o las victorias que hay que conseguir. Ese no es el camino que ha de transitar el Daimiel. Porque el Daimiel ya ha triunfado, pase lo que pase en el devenir competitivo.
Ha triunfado porque ha enganchado a la afición; porque sus jugadores han mostrado una profesionalidad, siendo ahora la mayoría meros aficionados, fuera de toda duda; porque Rimun ha inculcado a todos ese espíritu de superación que sólo poseen los que han conseguido todo en esta vida a base de sacrificios; porque Rimun, tiene que saberse, ha sido capaz de meterse entre pecho y espalda más de cuatrocientos kilómetros una tarde de domingo, y marcharse a Hellín a ver a su próximo rival, el Gimnástico de Alcázar; porque chavales totalmente desconocidos para la mayoría están sacando los colores a más de uno y más de dos, que jamás han confiado en sus posibilidades; porque los más experimentados están ayudando lo indecible a los jóvenes a sacar esto adelante, dando ejemplo de pundonor, saber estar y humildad, algo que agradecen los recién llegados porque se sienten verdaderamente componentes de la plantilla y además aprenden a pasos agigantados; y porque en el actual Daimiel, nadie es más que nadie y todo el mundo rema en la misma dirección, todos saben sus limitaciones y sus virtudes, las cuales se aprovechan en beneficio de todos.

Hay muchas lecciones que en estos dos meses nos han enseñado los jugadores y entrenador del Daimiel CF. Por eso, la sensación entre la afición daimieleña, es que el equipo ya ha triunfado, lo ha dado todo, no ha perjudicado el desarrollo de la competición y está mostrando un nivel competitivo que muy pocos podían vaticinar en un equipo "reforzado" a base de jugadores inactivos o de regional.
A partir de ahora el juego dictaminará sentencia, pero desde luego, pase lo que pase, el Daimiel ya ha triunfado. Y con creces.

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