Un error en el remate de Bermúdez
completamente solo delante de Limones en el primer cuarto de hora, y
un remate alto en inmejorable posición de Juan Villar mediados la
segunda mitad. Fue lo único en ataque que hizo el Cádiz de Ramón
Blanco en el Ciudad de Lucena. Aparte de eso, con los dedos de una
mano y seguro que sobra más de uno, bastaría para contabilizar
siquiera los centros al área de nuestros “extremos”. Y nunca
mejor descrito lo del entrecomillado con unas bandas que ni atacan ni
defienden. No es casualidad que ambos acabaran en la ducha antes de
tiempo. Cero patatero para Dieguito, de nuevo con otra oportunidad
desaprovechada y de nuevo otro cero para Juan Villar.
Ganó el Lucena de Falete. Y lo hizo
cuando más duele y cuando ya no hay solución. Justo al final del
partido. Le compramos la teoría a Blanco de que la expulsión de
Domingo influyó en cierta forma. Cierto. Pero también es cierto que
el Lucena CF sabe a lo que juega. Se comportó como un bloque
aguerrido, donde cada balón lo disputaba como si fuera el último.
Incluso no exento de calidad en dos hombres, casos de Sarmiento y
Jesús Lanza en la medular celeste. Empezó el encuentro con un Cádiz
complementable desbordable por ambas bandas. Especialmente Moke
sufrió de lo lindo para sujestar al argentino Fede. Los locales lo
tenían claro. Robar rápido y enseguida meter el balón a la espalda
de los centrales. Así pudo marcar Fede en lo que fue la ocasión más
clara. No tuvo muchas más, aunque muy pronto se vio que Garrido,
Bermúdez y Moke son de otra categoría. Un fallo clamoroso del
central cántabro acabó en una tarjeta amarilla a Albentosa que
derribó a un atacante al borde del área cuando se marchaba para
encarar a Aulestia.
Del Cádiz, sólo el quiero y no puedo
de Fall en la creación y el juego tosco pero útil de Domingo como
stopper por delante de la zaga. Ya al descanso la sensación en la
grada era unánime: “quien marque gane”. Aunque también todos
coincidían en que nada más por la insistencia, por el saber a lo
que jugar, eran los locales los que tenían mayores papeletas. Tras
la reanudación, el Lucena CF se bastaba con el oficio de Curro Vacas
y el buen encuentro de Sergio Albioll para tener controlado al Cádiz.
Un equipo amarillo muy retrasado y que cuando recuperaba el esférico
siempre lo hacía muy alejado del inseguro portero Limones. Todo pudo
cambiar en un resbalón inoportuno de Albioll. Ahí apareció Villar
en lo único que hizo en toda la tarde. Sin embargo su disparo con la
diestra se marchó muy lejos de la red.
Falete se vio obligado a retirar a su
ariete titular, Fernando. Aquejado de las cervicales tras una entrada
de Garrido, posibilitó que el veterano Pineda se colocará en punta.
Nada más salir este dejó su marca en el pecho de Albentoso. Era
tarjeta amarilla pero el colegiado no quiso verla. Lo que nadie podía
pensar es que el delantero suplente lucentino iba a convertirse en el
estilete del encuentro. El sólo se encargó de forzar las dos
tarjetas a Domingo. Las dos en la misma acción. En una por manos, y
en la otra en una acción más que rigurosa y que seguramente no
fuera ni falta. Faltaban poco más de cinco minutos y se intuía que
el Cádiz podía sufrir sus consecuencias. Y tanto que las sufrió.
El equipo dio un paso atrás. O dos. O tres. El Lucena CF vio que el
Cádiz estaba contra las cuerdas y forzó. Y forzó. Primero un saque
de banda, luego dos faltas, luego otro centro. Y en una de esas,
apareció Pineda para primero dar el pase de la muerte a Fede y luego
para remachar bajo palos una acción por la derecha, ya con 1-0 y con
Adrián Gallardo en el terreno de juego por Bermúdez.
Ganó por tanto no el mejor, sino aquel
que más creyó en la victoria. Ganó el Lucena CF, y es que en
fútbol, una de las máximas es que si vas a empatar terminas
perdiendo.
cadistasfinos.com
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