Cuando la calidad se pone en el césped, casi siempre suele ser más fácil lograr los objetivos. Estos no son otros que el triunfo en el partido en cuestión. La entrada de José Ramón y Prieto es una clara demostración. El Almería B estuvo dubitativo hasta el minuto 75. Con un cuarto de hora de estos dos sobre el campo, junto a la aportación de Cristóbal, todo fue sencillo y dejando los tres puntos en el Juan Rojas.
Mazazo en el minuto gafe
Más bien que alternativas o de tanteo, se podría decir que los primeros minutos fueron de pelotazos. Para guardar la retaguardia, nada mejor que alejar lo máximo posible el balón sin contemplaciones. Un remate de Juanma fue lo poco que se pudieron llevar a la boca los escasos espectadores que acudieron al Juan Rojas. Todo antes de que Karin marcase el primero de la noche.
En una desafortunada acción, como todas las que se produjeron sin sentido, el Almería facilitó el remate del lateral derecho. Casi ni se lo creía cuando el balón se introdujo en el marco de un Álvaro que, de nuevo, veía enemigos en los rivales y en los propios. La zozobra envolvió al Juan Rojas. Como si fuese el primer equipo, si no se le gana al colista, ¿a quién se le va a ganar?.
Pero quedaba mucho tiempo y todo podía suceder. Faltaba que las ideas en el centro del campo fuesen algo decentes. La presencia de Cristóbal como mediapunta era lo único que se podía llevar alguien a la boca. El hábil rojiblanco quería, pero nadie se ofrecía para haber buena alguno de sus escarceos entre los centrales del Jumilla.
Pero quedaba mucho tiempo y todo podía suceder. Faltaba que las ideas en el centro del campo fuesen algo decentes. La presencia de Cristóbal como mediapunta era lo único que se podía llevar alguien a la boca. El hábil rojiblanco quería, pero nadie se ofrecía para haber buena alguno de sus escarceos entre los centrales del Jumilla.
Si los murcianos ya daban por bueno un empate, con victoria en el marcador era para ellos como el maná. El oro y la vida, todo junto. Por algo es el colista y cualquier alegría es consideraba como una utopía. Los de Alfonsín, seguían empeñados, como el domingo ante el Caravaca, en darle vida a un moribundo. En ser generoso y no tomar un aire que se les escapa en esta campaña.
Peor se pudo poner el partido dos minutos después del gol murciano. De la nada, como siempre, el rival de la UD Almería estuvo muy cerca de sacar petróleo. Los centrales y Roberto no se entendieron. Francolí, que pasaba por allí, quiso recordar buenos aunque cortos momentos como rojiblanco. Le pegó de vaselina ante un batido Álvaro. La fortuna, en este caso disfrazada de almeriense, llevó a que el esférico se fuese alto por poco. Más susto en el cuerpo.
Peor se pudo poner el partido dos minutos después del gol murciano. De la nada, como siempre, el rival de la UD Almería estuvo muy cerca de sacar petróleo. Los centrales y Roberto no se entendieron. Francolí, que pasaba por allí, quiso recordar buenos aunque cortos momentos como rojiblanco. Le pegó de vaselina ante un batido Álvaro. La fortuna, en este caso disfrazada de almeriense, llevó a que el esférico se fuese alto por poco. Más susto en el cuerpo.
Las ocasiones, o llamados mejor dicho disparos, fueron del filial a partir de ese momento. Más por presencia que por claridad. Cristóbal lo intentó desde la frontal. Agua. Rubio mandó alto un centro de Antoñito. Agua. Hasta una gran jugada entre Javi Moyano -algo mejor en ataque que en defensa- y Antoñito acabó con un flojo remate de cabeza de Juanma. Agua. Eso sí, antes Ramos pudo poner la sentencia. En el segundo palo se encontraba sin marca, pero el veterano centrocampista buscó de cabeza lo que podía haber controlado y rematado con el pie. Agua también para los murcianos.
El empate pudo llegar al filo del descanso. Fue la primera vez que pusieron realmente a prueba a Limones. El cancerbero visitante se ganó el sueldo en un cabezazo de Alberto que buscó la base del palo derecho. Cuando el Juan Rojas cantaba ya el gol de la igualada, la mano derecha de Limones evitó que al intermedio se llegase con las tablas en el marcador.
El inicio del segundo periodo fue para la UD mejor en el marcador que lo que se vio en el césped. El luminoso no se movió. Eso quiere decir que lo que ocurrió no fue nada positivo. Francolí disparó fuera desde la frontal para el primer susto rojiblanco. Pero más que un susto, lo que ocurrió en el 50 provocó que más de uno se echase las manos a la cabeza. Entre Alberto y Hugo se 'inventaron' una asistencia que dejó a Nico delante de Álvaro. Pero el delantero del Jumilla se emborrachó de balón para mandarlo fuera.
El que perdona
Y ya se sabe que el que perdona paga. Más si es el colista y está acostumbrado a que esto le suceda. Desde ese instante, quizás por un automatismo que por quererlo de verdad, el Jumilla se puso delante de Limones intentando que más pareciese Numancia que un equipo de fútbol.
Alfonsín, por su parte, miró al banquillo y vio que la calidad estaba sentada. Mandó al campo a José Ramón y Prieto. Los dos le dieron algo -bastante- de aire al filial. Cristóbal encontró a dos socios con los que dar sentido al juego de un filial que intentaba ganar un premio que, antes, no había ni merecido.
Y ya se sabe que el que perdona paga. Más si es el colista y está acostumbrado a que esto le suceda. Desde ese instante, quizás por un automatismo que por quererlo de verdad, el Jumilla se puso delante de Limones intentando que más pareciese Numancia que un equipo de fútbol.
Alfonsín, por su parte, miró al banquillo y vio que la calidad estaba sentada. Mandó al campo a José Ramón y Prieto. Los dos le dieron algo -bastante- de aire al filial. Cristóbal encontró a dos socios con los que dar sentido al juego de un filial que intentaba ganar un premio que, antes, no había ni merecido.
Fue una clara declaración de intenciones de los meritorios. Con la calidad en el campo, los triunfos suelen ser más fáciles. Tres minutos tardó Prieto en inventarse una jugada por la izquierda y lograr el empate. José Ramón no quiso ser menos y con una pared con Cristóbal logró voltear el marcador. Esto hizo despertar a la grada que ya creía en los tres puntos. Para no tener ninguna duda, el propio José Ramón, disfrazado de Villa, buscó en una contra el marco de Limones y puso el regalo de reyes en el marcador.
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